Al saber que soy maestra, la gente suele preguntarme qué enseño, y mi respuesta de que doy clases en una escuela primaria generalmente les arranca un "¡Ah!" tan desabrido, que me gustaría exclamar:
-¿En qué sitio, si no allí, me abrazaría un apuesto jovencito y me diría que me quiere?
-¿Dónde más podría atar listones para el pelo, ajustar corbatas, ver un desfile de modas a diario, y, aunque siempre me vista de la misma manera, oír decir que mi vestido es bonito?
- ¿En qué otro lugar tendría el privilegio de mover dientes flojos y de arrancarlos cuando terminan de aflojarse, de leer a diario recaditos donde mis niñas me dicen que soy la mejor maestra del mundo?
- ¿Dónde más podría guiar en la escritura de las primeras letras una manita que quizás algún día escriba un libro importante? ¿En qué otra parte olvidaría mis penas porque tengo que atender tantas cortaduras, raspones y corazones afligidos?
- ¿Dónde conservaría el alma joven, sino en medio de un grupo cuya atención es tan efímera que siempre debo tener a mano una caja de sorpresas o una canción interesante?
- ¿Dónde me sentiría más cerca del Creador que en un lugar donde, por un esfuerzo que yo he hecho, un niño aprende a leer?
- ¿En qué otro sitio derramaría lágrimas porque hay que dar por terminado un año más de relaciones felices?
Por eso hoy puedo exclamar con orgullo: ¡SOY MAESTRA DE DE LAS ESCUELAS “JOSEFA ORTIZ DE DOMÍNGUEZ" Y "EJERCITO MEXICANO”
1 comentario:
Maestra muchas felicidades...su publicación es una inspiración y aliento para quienes profesamos tan generosa y noble profesión y de repente nos desalientan comentarios como el que retoma en su reflexión....muchas gracias...
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